The Metallica Blacklist, mucho hype y poco crunch



Uno de los grupos que más pasiones —positivas o negativas— despiertan cuando se habla de ellos es, sin duda alguna, Metallica. El grupo californiano durante sus primeros años fue uno de los pilares fundamentales del subgénero thrash en el metal de la década de los ochenta, gracias a tremendos lanzamientos como su debut Kill’em all, material de donde se desprenden temas clásicos como Seek and destroy, Whiplash, Jump in the fire o The four Horsemen —canción en eterna disputa en cuanto a la autoría de la misma, toda vez que Dave Mustaine la señala como propia y hasta tiene su versión “Mechanix”—.

A este primer material le siguieron álbumes clásicos del metal como son Ride the lightning, Master of puppets y …And Justice for all, los cuales consolidaron a Metallica como una de las agrupaciones más consistentes en cuanto a lo que el thrash representaba: velocidad, agresión musical y riffs poderosos que envolvían letras cuya lírica abordaba la guerra y sus horrores.

Metallica sentó las bases de un género, junto con otras agrupaciones como Megadeth —algunos dicen que Mustaine, Hetfield, Ulrich y McGovney fueron la primera formación de Megadeth—, Exodus, Testament, Death Angel y Slayer (todos de la costa oeste de Estados Unidos), tal como se relata con acierto en el documental Murder in the front row, el cual ayuda a evidenciar que el thrash se creó gracias al aporte de diversos grupos y no únicamente como inspiración de una única banda. Después de cuatro álbumes que los colocaron a la cabeza del metal norteamericano, y como parte de su exploración musical, en un movimiento arriesgado y novedoso para ellos, deciden aliarse con el afamado productor Bob Rock, quien había cosechado éxitos gracias al trabajo realizado con Mötley Crüe, la agrupación que representaba todo lo que Metallica veía mal en la industria de la música en general y el movimiento glam en particular. A pesar de ello, Bob Rock contaba con la experiencia y galardones, así como el tipo de sonido que la banda buscaba, especialmente en el bajo después del fiasco que representó en ese sector su última producción,
…And Justice for all —una mezcla de sonido en la que el recién llegado Jason Newsted fue enterrado y prácticamente no se escucha—. 

Otro de los aspectos en los que la banda deseaba explorar era en desmarcarse con respecto al sonido típico del thrash, mismo que a decir de los integrantes del grupo había caído en un tono genérico que sólo buscaba tonos graves y velocidad en los riffs basados en la técnica del down picking. Es así como en 1991, de la mano de su nuevo productor, lanzaron al mercado su disco epónimo Metallica, mejor conocido entre los fans como The Black Album, debido a que la portada es totalmente negra y solo contiene el nombre de la banda y la serpiente de la Bandera de Gadsen, enseña del general Christopher Gadsen para la Marina Independentista durante la independencia norteamericana y cuyo lema "Dont (sic, así, sin apóstrofe) tread on me", da título a un corte del disco. Este lanzamiento posicionó a la agrupación como una de las bandas de metal más populares a nivel mundial, ingresando a los charts en las primeras posiciones y acumulando ventas masivas que superaron los 31 millones de copias a nivel mundial, todo un hito para el género y que les valió el sobrenombre de "la banda más grande de metal". 

La placa conjuga temas icónicos que tuvieron —y tienen todavía— una importante presencia y rotación en la radio, así como en canales de televisión especializados en música como MTV o VH1; entre estos cortes se encuentran el tema inicial del álbum, Enter Sandman, y otros como Nothing else matters, Wherever I may roam, y The Unforgiven. El éxito de este álbum fue rotundo, llevando a la banda a salir del circuito del thrash e insertándola en la música mainstream. Para muchos de los fans de antaño el giro musical que dio el grupo con sus nuevas composiciones, mucho más lentas y con una mayor carga melódica, se constituyó como una de las más grandes traiciones musicales a la integridad de la banda y de todo el metal. Sin embargo, comercialmente hablando, fue el mayor éxito que Metallica pudo haberse adjudicado, ya que su popularidad creció de forma exponencial y los llevó a extensas giras como cabeza de cartel en numerosas naciones del mundo.

Calificar como thrash al Black Album es algo que pocos se atreven a hacer, incluso clasificarlo como metal es arriesgado. A título personal, lo definiría más bien en el ámbito del hard rock. Si bien mantiene elementos del metal y —ahora sí, con sonido del bajo— ese sonido denso, los cortes que integran el álbum negro se encuentran bastante alejados del sonido primigenio del thrash, pero fue ello justamente lo que consiguió que muchas personas comenzaran a escucharlo, a solicitarlo en las radiodifusoras y a comprarlo como pan caliente, así como dicen en mi pueblo cuando algo vuela de los aparadores. Es así como el público al que Metallica se dirigía se vio magnificado, la presencia e impacto del álbum alcanzaron alturas históricas y el nombre de la banda fue inmediatamente reconocido en todo el mundo. La trascendencia de dicho álbum es tal que incluso en estos días es posible escuchar las canciones del mismo en las estaciones de radio con "música del recuerdo" o clásicos del rock.

Todo esto sirve como contexto para el reciente lanzamiento de un recopilatorio de versiones a los temas del Black Album por parte de una selección variopinta de músicos, la llamada The Metallica Blacklist, la cual celebra los 30 años del estreno del disco negro. El hype por la lista negra fue creciendo con los anuncios de diversos músicos y agrupaciones participantes, así como la liberación progresiva de algunos sencillos. Hasta aquí todo bien, es la práctica usual para recopilatorios de este estilo; sin embargo, el elemento disruptivo fue que la selección de participantes, ya que incluye 53 versiones interpretadas por artistas como The Warning, Weezer, Ghost, Rodrigo y Gabriela, Corey Taylor, The Hu, Ha*Ash, Mon Laferte, Miley Cyrus, Yo Yo Ma, Dave Gahan, Juanes o J Balvin —jamás pensé mencionar ese nombre en este blog—. Lo de disruptivo viene porque, como pueden darse cuenta, los invitados no son precisamente parte del ámbito del metal, incluso muchos de ellos ni siquiera son parte del rock. La explicación por parte de la banda es mostrar la diversidad cultural y musical a la que ha llegado su icónico álbum, por lo que hubo apertura a creadores de diversos géneros tradicionalmente alejados del metal. Ese es el argumento "oficial"; empero, para muchos fans y críticos musicales la lista de colaboradores responde más bien al beneficio comercial de extenderse hacia las audiencias de nicho de cada uno de los participantes, poperos, rockeros mainstream y reggaetoneros —o público "urbano", utilizando un eufemismo—.

Claro está que muchos de los participantes son músicos ampliamente prestigiados y de probada trayectoria, algunos de ellos provenientes de ámbitos cercanos al rock, lo que brinda credibilidad artística a la compilación y selección, pero también hay algunos que cuesta creer que los propios integrantes de Metallica escogieran de manera personal para versionar sus canciones, como el ya mencionado "artista del género urbano" —me niego a nombrarlo otra vez— o José Madero, conocido ampliamente en México y América Latina por plagiar "adaptar" las canciones de My Chemical Romance.

Otro de los puntos débiles de la lista negra es que abundan las versiones a las canciones populares, al punto de tener seis covers de Enter Sandman, siete de Sad but true, cinco de Hollier than Thou, siete de The Unforgiven, cuatro de Wherever I may roam, solo tres de Don't tread on me, únicamente dos de Through the never, 12 de Nothing else matters —el tema más revisitado—, solo una de Of wolf and man, dos de The God that failed, tres de My friend of misery y una sola de The struggle within. Como se señaló con anterioridad, las canciones más populares se encuentran sobrerrepresentadas.

Musicalmente hay un abanico interesante, con versiones que se escuchan casi igual a la original y otras que están reinterpretadas de manera bastante característica. Respecto a la calidad de los covers, no se puede dar un juicio sobre cuál es mejor o peor, toda vez que depende de manera totalmente subjetiva de acuerdo a los gustos de cada escucha. Algo que me causó cierta hilaridad cuando la escuché fue la interpretación de Miley Cyrus, ya que en su versión de Nothing else matters la voz que utiliza es muy similar a la interpretación de Marianne Faithfull en la canción —también de Metallica— The memory remains, del disco ReLoad de 1997; aunque estoy seguro que este homenaje fue meramente involuntario.

Un punto a favor de esta Metallica Black List es que la mitad de las ganancias generadas por cada uno de los cortes que integran el álbum será donado a la Fundación All within my hands, creada por Metallica para apoyar a comunidades sustentables en cuanto a capacitación para el trabajo, combate al hambre y servicios locales críticos como aquellos en caso de emergencias o catástrofes. Este hecho brinda una justificación moral, además de la celebración de los 30 años del lanzamiento del álbum negro, para conjugar el trabajo de los 53 artistas participantes.

Retomando el planteamiento inicial, se puede decir que gracias a sus primeros cuatro trabajos Metallica aseguró su lugar en el olimpo metalero, el disco negro los catapultó a ser una banda de masas y altamente comercial —y no en un mal sentido, toda vez que es su modo de ganarse la vida—, por lo que como celebración tienen todo el derecho de editar el material que crean pertinente. Ahora bien, como se menciona en el título de este post, la lista negra generó mucha expectativa, ansias locas entre los fans más acérrimos, pero descontando algunas interpretaciones destacables —que no pasan los dedos una mano—, en general es un material profundamente tedioso que se tiene que escuchar por partes (muchas) para no aburrir al escucha. Personalmente no lo he descargado en las plataformas de streaming ni tengo intención de adquirirlo, por más benéfico que sea el destino de las ganancias. Mejor donemos a causas locales porque estoy seguro que en nuestros respectivos países también hay circunstancias que demandan una atención prioritaria y recursos para subsanarla.


Comentarios

  1. Tengo una sensación agridulce sobre las versiones actuales de canciones que marcaron la historia. Por un lado, es difícil que una versión nueva supere a la original, creo que muchas veces las arruinan, sin embargo, hay canciones que no deben ser olvidadas y, aunque no me guste mucho, las versiones nuevas acercan a los más jóvenes esas canciones tan importantes, los llevan a buscar las originales y eso es una ganancia. Yo prefiero quedarme con las versiones originales, espero que los que escuchen este álbum se acerquen también a Metallica sin ningún tipo de intermediario.

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