¿Power trio? ¿Virtuoso trio? ¿Súper grupo? Damas y caballeros, con ustedes The Winery Dogs
El
rock, en sus diversas variantes y sub géneros, es una de las corrientes
musicales con mayor arraigo en la cultura popular. Si bien es cierto que su
impacto entre los escuchas se ha visto opacado a menudo por las corrientes más
comerciales del pop, debemos también hacer mención que, pese a los vaivenes del
mainstream, el rock cuenta con una legión de seguidores que se ha caracterizado
por su lealtad y su fidelidad.
Numerosos artistas de rock que siguen
siendo escuchados en la actualidad poseen trayectorias que se cuentan en
décadas y a través de las cuales han consolidado un sonido característico que
los identifica a primera escucha y los diferencia de otros músicos, tal es el
caso de los integrantes de la banda sobre la cual estaremos hablando, Billy Sheehan,
Mike Portnoy y Richie Kotzen, The Winery Dogs.
Para hablar de The Winery Dogs es
necesario situar un contexto en torno al grupo, denominado como una "súper
banda", toda vez que los integrantes de esta son músicos con amplio
reconocimiento y popularidad, tanto por sus grupos de origen como por sus
colaboraciones y trabajos solistas.
Primeramente, tenemos al bajista Billy
Sheehan, conocido mundialmente por ser parte de la banda de hard rock Mr. Big;
sin embargo, Sheehan es un músico con una sólida carrera en el rock, toda vez
que empezó a adquirir renombre como integrante del grupo Talas, donde hizo gala
de un estilo interpretativo bastante vistoso y con amplia complejidad técnica,
creando solos de bajo que le valieron la atención de uno de los ídolos más grandes
del rock estadounidense, David Lee Roth, vocalista que al salir de la mítica
banda Van Halen decide crear un proyecto solista junto a verdaderos pesos
pesados del rock como Steve Vai en la guitarra y Greg Bissonette en la batería,
el elegido para ocupar el instrumento de las cuatro cuerdas fue ni más ni menos
que Billy Sheehan. En el proyecto solista de David Lee Roth se incluye una
composición de Sheehan que se consolidó por derecho propio como todo un
clásico, la frenética y acelerada Shy Boy. En esta agrupación el público
encontró el carisma del cantante, así como el desbordante virtuosismo de Vai,
mismo que se veía aparejado y retado por el virtuosismo de Sheehan, con
canciones que fueron todo un despliegue de técnica, musicalidad y toda la actitud
del rock. Para 1988, Sheehan une esfuerzos con otro virtuoso de la guitarra,
Paul Gilbert, así como el baterista Pat Torpey y otro de los vocalistas más
talentosos y carismáticos que ha dado el rock, el siempre joven Eric Martin,
juntos crearon a Mr. Big, banda en la que todavía milita Sheehan y en la que
durante un tiempo estuvo Richie Kotzen. Adicionalmente, Sheehan editó cuatro discos en solitario
—Compression (2001); The Cosmic Troubadour (2005); Prime Cuts (2006) y Holy Cow
(2008)—, álbumes en los que compuso, tocó el bajo y dio voz a los cortes. Para
2017 se une con otras estrellas del rock para formar —otra— súper banda, Sons
of Apollo, esta vez de la mano de Derek Sherinian en los teclados, Jeff Scott
Soto en la voz, Ron "Bumblefoot" Thal en la guitarra y Mike Portnoy
en la batería. Sin embargo, en 2012 junto con Portnoy y Kotzen dieron a luz al
proyecto que nos ocupa, The Winery Dogs. Cabe señalar que estos son solo los
trabajos más sobresalientes de su vasta obra, ya que también participó en Niacin,
Explorer's Club y su proyecto con Terry Bozzio.
Por su parte, Richie
Kotzen es un guitarrista y cantante de prolífica trayectoria, la cual se ha
movido con versatilidad entre el rock, hard rock, jazz, blues y fusión. Kotzen
fue el joven maravilla de la guitarra eléctrica, editando su primer trabajo en
solitario a los 19 años y participando en agrupaciones como Arthurs Museum,
Poison, Mr. Big, Vertu, Forty Deuce, su alianza con Greg Howe y su más reciente
proyecto al lado del mítico guitarrista británico, célebre por su participación
en Iron Maiden, Adrian Smith. No ahondaremos mucho en Kotzen, toda vez que este
blog tiene una entrada dedicada en exclusiva a este artista —https://aboutoldnewmusic.blogspot.com/2021/10/richie-kotzen-un-virtuoso-de-la.html—;
sin embargo, es preciso recalcar que al igual que otro grande de la guitarra,
Mark Knopfler, Kotzen abandonó la plumilla para tocar directamente con los
dedos, técnica que le ha permitido un sonido singular y la creación de arreglos
en los que el legato es uno de sus sellos de identidad.
Respecto a Mike
Portnoy sobra decir que, sin olvidar a otros grandes bateristas del rock y el
metal, se ha consolidado como el baterista por antonomasia del progresivo. Su
participación en infinidad de proyectos lo ponen de manifiesto, así como sus
monstruosos kits y su siempre relajada actitud. Portnoy fue uno de los miembros
fundadores de Dream Theater, banda en la que militó por más de dos décadas; su
paso por esta agrupación le valió el reconocimiento mundial y una legión de
seguidores, no por nada ha ganado en 23 ocasiones el título de mejor baterista
por la revista Modern Drummer. Adicionalmente, ha tomado parte de proyectos
como Liquid Tension Experiment, Adrenaline Mob, Transatlantic, O.S.I., The Neal
Morse Band, Twisted Sister, Sons of Apollo, entre otras. La discografía de
Portnoy es poe demás extensa, así que renunciaré al esfuerzo de listarla aquí,
toda vez que ocuparía por sí sola toda una entrada del blog. Antes de que se me
olvide, quiero nombrar un proyecto adicional de Portnoy, esta vez en compañía
de Neal Morse, Matt Bisonette y Paul Gilbert, y no es otro sino Yellow Matter
Custard, tributos en vivo en 2003 y 2011 a la banda favorita del baterista, The
Beatles.
Habiendo sentado un
breve contexto de la trayectoria y obra de estos tres grandes músicos,
pasaremos a hablar con respecto al proyecto que han encarnado juntos, The
Winery Dogs.
Cuenta la leyenda, o
al menos los que se dicen más enterados que yo en el mundo del rock, que por
allá de 2011 Billy Sheehan y Mike Portnoy tuvieron la idea de formar un
proyecto que rescatara la melodía del rock y lo aderezara con la habilidad y el
talento como para dar potencia y virtuosismo a las composiciones. Se cuenta que
Sheehan y Portnoy comentaron este asunto con un periodista, conductor y
productor musical de renombre, llamado Eddie Trunk, a quien muchos recordarán
por su programa That Metal Show, pero que además produjo algunos álbumes de
bandas como Anthrax, Overkill y Manowar en el sello Megaforce Records. Según el
chisme, Trunk fue quien les propuso incorporar a Kotzen como tercer integrante
del proyecto, ya que no solo se desempeñaba como guitarrista virtuoso, sino que
además se ha destacado como compositor y cantante.
Esto se escucha muy
bien, pero dudo que haya sucedido así, toda vez que basta recordar que Sheehan
y Kotzen fueron compañeros por un par de años en Mr. Big, así que lo más seguro
es que fuera uno de los candidatos iniciales para armar el power trío que
acabaría siendo nombrado The Winery Dogs. No he podido comprobar la veracidad
de la recomendación de Trunk, así que mi sospecha puede muy bien ser falsa, así
que sugiero tomarla con la debida precaución y recuerdo su naturaleza meramente
especulativa.
Como sea que haya
sido la gesta y concepción del grupo, lo cierto es que en 2013 se lanza el
álbum The Winery Dogs, mismo que abre con el potente —y lleno de tapping— corte
Elevate, una pieza que nos dice todo con respecto al curso que habrán de seguir
los restantes cortes del disco, pasajes virtuosos en los que bajo y guitarra
armonizan en complejas líneas y que después crean melodías pegajosas y plenas
de ganchos, soportadas en el ritmo preciso y limpio de la batería. Un aspecto
destacable de este primer larga duración es la presencia de armonías vocales en
las que participan los tres componentes de la banda, lo cual ayuda a que las
canciones inviten al escucha a sumarse a los coros.
Un aspecto a resaltar
es que cuando descubrí este primer disco de la banda, escuché una edición con
un tracklist particular, ya que en la pista 11 se incluía la canción Criminal,
en tanto en la edición física que adquirí meses después dicha pista corresponde
a la canción Time Machine.
El impacto de la
placa fue bueno y bien recibido por parte de los fanáticos de los tres músicos,
aunque muchos como yo somos fans de todos ellos y de muchos de sus respectivos
proyectos. Por su parte, los críticos dieron una buena recepción al álbum, por
lo cual el proyecto ya no solamente se consideró como tal, sino como una
agrupación por derecho propio. En 2013, como parte de la gira para presentar el
álbum, y específicamente como primer concierto público de la banda, se ofreció
un recital en Japón, mismo que fue grabado en audio y video, lo que permitió el
lanzamiento del álbum en vivo Unleashed in Japan. Retomando lo que comentaba al
respecto de la discrepancia de tracks en las dos versiones del álbum que tengo,
en este concierto se interpreta la canción Criminal, ausente en la versión
"oficial" del disco. Adicionalmente, en el DVD se incluyen temas como
You can't save me, retomado de la carrera solista de Kotzen, así como Shine,
compuesta por el guitarrista y lanzada durante su estancia en Mr. Big; además
se encuentra el cover a Fooled around and fell in love, original de Elvin
Bishop.
Dos años después, en
2015, llega el segundo larga duración de la banda titulado Hot Streak, mismo
que continúa con las composiciones llenas de melodía y despliegue virtuoso de
los integrantes del grupo. Cabe señalar que el tema con el que abre, Oblivion,
tiene la particularidad de que la batería cuenta con un bombo tocado a doble
pedal, algo que muchos fans de Portnoy estaban esperando desde el primer disco.
Pese a la batería con doble pedal, el tema sigue siendo esencialmente un corte
de hard rock, no de metal, con lo que se da cuenta de la capacidad musical del
grupo y del buen manejo de los recursos técnicos que los diversos instrumentos
ofrecen. Otro de los cortes que destaca es Fire, el cual es prácticamente una
balada, muy al estilo de los cortes de carácter acústico que suele interpretar
Kotzen en solitario, pero aderezado por el excelente acompañamiento de Sheehan
y Portnoy, con un ritmo tranquilo y una melodía llena de bellos matices y
armonías vocales.
En 2017, la banda
edita el álbum en vivo Dog Years - Live in Santiago, grabado como su nombre
indica en Santiago de Chile. En esta placa se retoman los cortes del segundo
álbum de estudio y se agregan algunos del primer disco. Los cortes demuestran
la gran habilidad de los integrantes y hace patente la aceptación de la banda
entre públicos de diversas latitudes, entre ella Latinoamérica. Es curioso que
la banda haya grabado dos álbumes de estudio y dos en vivo, situación que en lo
personal espero que se convierta en una costumbre, ya que no todos los seguidores
del grupo hemos tenido la fortuna de verlos en concierto, por lo que la escucha
de estos álbumes en directo nos dan la oportunidad de escuchar los cortes
interpretados en vivo.
Debido al brote de la
pandemia por COVID-19, así como a compromisos con sus respectivas bandas,
pareciera que el grupo había entrado en un receso; sin embargo, en 2022 la
banda anuncia la grabación de un nuevo material, del cual se desprendió el
primer sencillo en diciembre de 2022, Xanadu. Posteriormente, en enero de 2023
llega un nuevo corte promocional, Mad World. Los ánimos y ansias de los fans se
vieron recompensados con el lanzamiento de III, tercer álbum de estudio
de la banda, mismo que viene acompañado por una gira mundial que arrancó el 15
de febrero en Greensburg, Estados Unidos y que se extenderá a Europa y Brasil.
Posteriormente, se anunció una gira por Latinoamérica para los meses de abril y
mayo, en la cual visitarán Chile, el ya mencionado Brasil, Argentina, Colombia
y México.
The Winery Dogs se ha
consolidado como una propuesta refrescante en el ámbito del rock actual, toda
vez que se aleja de los convencionalismos comerciales y las tendencias del
mainstream tan lleno bandas que suenan exactamente iguales una a la otra. Como
todo producto musical, el grupo no está exento de detractores y críticas,
quienes han señalado que suena excesivamente anacrónico o que es solo un
pretexto para que ninguno de sus integrantes pierda vigencia entre el gusto de
sus consumidores.
Críticas y ataques
aparte, lo cierto es que no suele escucharse en el rock actual esa mezcla de
potencia, virtuosismo y melodía al mismo tiempo, en estos momentos en que el
rock está plagado de canciones en las que se abusa de los recursos técnicos del
estudio para las grabaciones y en los que poco a poco se pierde la oportunidad
de escuchar ejecuciones decentes de los instrumentos y una buena carga técnica
en la composición.
El tiempo dirá si The
Winery Dogs consolida su estatus como una súper banda, aunque no alcance las
cotas de difusión masiva entre el público, ya que tristemente me ha tocado
conversar con "fans" del rock que no solo desconocen el proyecto,
sino que además no tienen ni la más remota idea de quienes son Richie Kotzen y
Billy Sheehan, ya que a Portnoy solo lo ubican por Dream Theater. Es obvio que
el volumen de música que se produce a escala mundial es inmenso y nadie puede
estar al tanto de los nuevos lanzamientos, pero en ese aspecto, quisiera creer
que al menos habrá unos cuantos que alcancen a leer estas líneas —sin haber
muerto de aburrimiento primero, ja, ja, ja— y tendrán la suficiente curiosidad
para escuchar uno de los power trío más virtuosos de las últimas décadas. Damas
y caballeros, con ustedes The Winery Dogs.
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