Nu Metal: Álbumes odiados y álbumes indiferentes. Un repaso a algunas obras que nunca escuché... hasta ahora

Dicen que los gustos se rompen en géneros, y es una verdad innegable, ya que por cada persona que existe, así mismo existe una oferta de bienes, productos o servicios que se amolda a sus preferencias. Aunque puede que también las preferencias se amolden de acuerdo a la oferta que exista. Esta premisa, si bien bastante interesante, no será tratada en esta entrada, ya que corresponde más a la economía que a la música. Y no es que esté preparado en ninguno de ambos ámbitos como para tratarlos a profundidad, pero este blog se orienta a la música de manera preponderante y ahí es dónde se va a quedar. 

Comentaba al principio que los gustos son diversos y que de la misma manera existen una infinidad de propuestas para satisfacerlos. El aspecto musical no es la excepción, ya que existen una miriada de géneros y estilos, así como incontables subgéneros desprendidos como ramas de los troncos principales que representan cada estilo particular.

Mucho de lo que se ha abordado en este blog tiene que ver con el rock y el metal, en donde hay tantas variantes derivadas que es fácil perderse entre las diversas clasificaciones de estilo, género y corriente artística. Para entrar en materia, es preciso que brinde un poco de contexto.

A finales de 1999, a mis 15 tiernos años de edad, mi gusto musical oscilaba entre el rock clásico y el heavy metal tradicional, gran parte de mi tiempo escuchaba a bandas como Queen, Iron Maiden, Creedence Clearwater Revival, The Beatles, Kiss y Metallica, así como bandas que estuvieron de moda cuando empezaba mi adolescencia como Molotov y Control Machete. Además de mi gusto eterno por la música barroca. Este caleidoscopio musical, que solo puedo definir como ecléctico, estaba determinado en gran medida por los limitados alcances en cuanto a acceso a medios de comunicación internacionales y dictado por lo que estaba a la mano como era la televisión abierta o la radio. Este último caso era todavía más curioso, toda vez que había dos estaciones que sintonizaba de manera regular, una era Universal Stereo (88.1 FM) y la otra era Radioactivo (98.5 FM). En México (país del que escribe) eran las dos opciones al alcance de un chico de provincia. En la primera se transmitía música en inglés de los 60's, 70's, 80's y algo de los 90's, en una mezcolanza donde lo mismo se escuchaba a Air Supply que a Deep Purple, Madonna, U2, Van Halen, Grand Funk Railroad o Rick Astley. En la otra radiodifusora la situación era un tanto distinta, ya que programaban música más orientada al rock de los 90's en inglés y alguna que otra canción de agrupaciones mexicanas o latinoamericanas; en esta frecuencia escuchaba a bandas como Oasis, Blur, Nirvana, The Black Crows, The Verve, Smashing Pumpkins, Metallica, La Maldita Vecindad o Santa Sabina. No todo lo que escuchaba me gustaba, pero era un alivio en comparación a las estaciones donde se programaba exclusivamente pop o música romántica, tan del gusto de nuestras madres.

Con este escaso bagaje musical, y los afortunados hallazgos que realizaba en comercios locales y mercados, fue que llegué a los 15 años de edad, edad a la que ingresé a la educación media superior. La cercanía con el año 2000 había cargado el ambiente en una cierta sensación de expectativa y necesidad de crear propuestas que fueran —aunque fuera solo en teoría— disruptivas con los cánones tradicionales a los que la mayoría de nosotros estábamos acostumbrados. La música no fue la excepción; sin embargo, el escaso contacto que tenía con propuestas diversas me hacía un ignorante acerca de los géneros y corrientes que eran consideradas como clásicas, alternativas o novedosas.

En esa época se dio una irrupción fuerte de los sistemas de televisión de paga en mi ciudad, de repente nos encontramos con canales como MTV o VH1 en donde me llegaron en una sola andanada una cantidad abrumadora de nuevas propuestas musicales de las cuales no tenía idea alguna que existieran. Entre los grupos que descubrí —o de los cuales pude encontrar más material y que ya conocía— se encontraban Megadeth, Marilyn Manson, Pearl Jam, Soundgarden, Korn, Limp Bizquit, Godsmack, Linkin Park, Slipknot, System of a Down, Pantera, Monster Magnet, Rob Zombie, Rammstein, Nine Inch Nail, Creed, The Beastie Boys, Chemical Brothers, Daft Punk, Papa Roach, Disturbed, Deftones, P.O.D., Soulfly, Staind, The Offspring, Blink 182, Ill Niño, entre otros.

Algunos de estos grupos me gustaron desde la primera escucha, otros muchos no tanto, y algunos de plano no fueron de mi agrado. La principal razón para este desagrado tenía mucho que ver con el bagaje que yo tenía, para mí el metal y el rock no solo eran un género musical que me hablaba a través de sus letras, sino que también lo hacía a través de la energía en la música y el talento de sus ejecutantes. Acostumbrado a los solos épicos de Brian May en las canciones de Queen, la voz prodigiosa de Freddie Mercury o la armonía en las guitarras gemelas de Iron Maiden, cuando escuché la primera oleada del denominado Nu Metal (algunos le ponen diéresis a la U) me pareció una música que se parecía a lo que yo escuchaba, pero mucha más llena de gritos, de afinaciones más graves en los instrumentos y muy poco talento al estar desprovista de solos de guitarra. El metal para mí era la combinación de agresividad, velocidad y poder con la capacidad para crear riffs potentes y de mezclar en todo ello la melodía; por su parte el Nu Metal, si bien tenía riffs fuertes y voces rasposas, carecía de ese sentido de creatividad que yo esperaba en la ejecución de las guitarras o la batería, estaba más enfocado en la creación de ritmos repetitivos, acordes abiertos y en incorporar algo que era muy ajeno a los adolescentes mexicanos promedio, el rap y el hip hop.

A mí no me entusiasmaba la idea de tener a un DJ en la banda y tres vocalistas que rapearan una estrofa y gritaran los versos del coro, no me entusiasmaba y creo que no lo hace todavía. Hay honrosas excepciones como Incubus, por ejemplo, cuya música es una delicia en cuanto a letra, estructural, dinámica, manejo y cambio de ritmos, así como su ejecución vocal.

El caso es que entre esa plétora de agrupaciones hubo algunas a las que me negué tajantemente a escuchar; a algunas de ellas he regresado y encuentro cosas interesantes —como Deftones, aunque me causa mucha pereza cuando Chino Moreno no grita y canta como si estuviera en un trance hipnótico o hablando de forma sonámbula—, pero hay otras a las que por más que lo intenté no pude escuchar con agrado o de plano no me engancharon. A estas últimas voy a dedicar las próximas entradas del blog, no en el orden en el que voy a listar a continuación, pero todas ellas pertenecientes a la camada del Nu Metal y que nunca fueron de mi agrado total. Debo aclarar que procuraré ser lo más objetivo posible y dejar de lado los prejuicios que tenga, escuchando con atención los trabajos discográficos de las siguientes bandas:

  • Slipknot - Slipknot
  • Linkin Park - Hybrid Theory
  • Korn - Korn
  • Static-X - Wisconsin Detah Trip
  • Crazy Town - The Gift of Game
  • Mushroomhead - Mushroomhead
  • Coal Chamber - Coal Chamber


Estos serán los álbumes que estaré escuchando y de los cuales daré una opinión más madura y reflexionada, más allá de la postura que tuve hace casi un cuarto de siglo como adolescente. Si están de acuerdo con la lista o piensan que debo añadir algún otro álbum, estaré encantado de conocer sus sugerencias y opiniones.

Prometo (ja, ja, ja) no abandonar tanto este blog, pero los compromisos laborales no me dejan tiempo de escribir en este espacio.

Saludos y espero que se encuentren disfrutando de buena música. Hasta pronto.

Comentarios

  1. Es bueno saber que les darás una oportunidad, Korn y Linkin Park son de mis favoritos

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  2. Perdón, no podía cambiar el nombre de usuario jajaja, el comentario anterior es mío

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